Primera jornada

Verano, año 298 DC. El sol luce abrasador, los grillos no cesan en su constante cante y la vida se sucede como de costumbre en las tierras Risgard: Los campesinos trabajan incansables en las plantaciones de Azafrán, los habitantes de Nuevo Arrojo van y vienen vociferando sus mercancías a los cuatro vientos y las gentes de la fortaleza vigilan expectantes desde la cima de la montaña lo que les deparará el nuevo día. Lord Mors regresa a Punta Azafrán con la comitiva que lo escoltó hace unas semanas a la Corte dorniense. Ha convocado a su personal de confianza (entre los que os encontráis) a la sala de audiencias de la torre del homenaje. El motivo os parece evidente, trae nuevas de la capital y, al parecer por el alegre semblante en su rostro al regresar, son halagüeñas. 

Como es habitual, Teobald recibe al grupo en la entrada de la torre. Está claro que ha heredado las formas de su padre, es educado y amable, astuto y hábil, aún joven (característica que intenta ocultar luciendo una abundante cantidad de vello facial) pero nadie diría que incapaz. Una pena que sea un tullido.

- Han tardado más de lo que esperábamos, pero mi padre está de buen humor. Son buenas noticias sin duda.

- ¿No iremos a la guerra?- Abel siempre ansiaba aventuras y batallas. La idea de poner en práctica lo que el maestre Santagar le había estado enseñando era para él de lo más atractiva.

- Lo desconozco, pero no esperemos más, estamos todos. Que sea mi padre el que nos conteste a esa pregunta, Tadeus ya está arriba.

El grupo lo componen Lady Rox, la señora de la Casa , Ser Dickon Santagar, héroe de guerra y maestre de armas, Harmen, capitán de los Caminantes Ásperos, Julya, protegida del Lord, y su hijo Abel. 

En la segunda planta, tras subir unas escaleras de caracol, se hallan algunas estancias personales y la sala de audiencias a la que os dirigís. Una amplia habitación con grandes ventanas que dominan Nuevo Arrojo y una gran mesa de madera repleta de mapas y documentos. Justo enfrente de los ventanales se encuentra, sentado sobre una regia silla, Lord Mors, escoltado por el Maestre Tadeus. 

- Pasad y tomad asiento. No tenemos tiempo que perder, traigo noticias de Lanza del Sol.

Las relaciones con la Casa Martell siempre han sido cordiales, incluso podrían clasificarse como buenas. Mors siempre ha trabajado arduamente para que así fueran y los viajes a la capital son algo habitual.

- He pasado estas jornadas en los Jardines del Agua con nuestro señor. El príncipe Doran ha sellado una alianza con el Trono de Hierro. Entre los principales tratos alcanzados se encuentran el nombramiento del príncipe Oberyn como miembro del Consejo Real y el matrimonio de la princesa Myrcella Baratheon con el hijo mayor de Doran, Trystane. Todo un acierto por parte de nuestro Señor.

- Definitivamente no habrá guerra- Susurra Abel a su medio hermano.

- El príncipe Doran ha confiado ampliamente en la Casa Risgard. No sólo seremos visitados por el hermano de Doran, Oberyn Martell, si no que tenemos la tarea de recibir con todo tipo de honores a la princesa Myrcella y escoltarla hasta Lanza del Sol cuando venga a nuestro reino.

- ¡Genial avance mi Señor! Podría representar una excelente oportunidad para afianzar nuestros lazos con la Casa Martell- Lady Rox no se inmiscuye demasiado en las negociaciones de la familia, pero sabe discernir las buenas oportunidades. – Hay mucho trabajo que hacer.

- Y con el Trono Real mi señora, tened en cuenta que en nuestros salones se sentará una princesa de Poniente. Será un evento histórico.- Mors está realmente feliz. La expresión de su cara, ajada por el paso del tiempo, hacía mucho que no brillaba de esta manera.- Teobald, encargaos de los principales preparativos junto a Tadeus. Mi señora, seleccionad los platos para el banquete real y que Julya se encargue de su preparación. Dickon, Abel, Harmen, la ciudad tiene que estar reluciente y ser un remanso de paz. Preparad también a los hombres que compondrán la escolta de Myrcella. En dos días tendremos con nosotros a quien algunos osados son capaces de apodar la Víbora Roja y en unas semanas la próxima princesa de Dorne probará el pan y la sal en Punta Azafrán. Se aproximan buenos tiempos para nuestra Casa.

Os sobresaltan unos repentinos golpes en la puerta de roble. Se trata de Cleos, uno de los miembros del escuadrón de élite de Harmen, los Caminantes Ásperos. Carga en su hombro un bulto pesado.

- Perdonad mi Señor, pero no os encontraba. Ni a vos ni al maestre Tadeus. La hemos encontrado cerca de las minas.

Al depositar la pesada carga sobre la mesa, os percatáis de la urgencia. Tras una maraña de pelo cobrizo, apreciáis la belleza de un pecoso rostro femenino que ha sufrido los castigos de una furia incontrolada. El cuerpo de la muchacha tampoco ha salido indemne. Ha perdido la consciencia, respira trabajosamente y sangra profusamente por alguna herida oculta a primera vista. 

- Necesita atención urgente, mi señor. No han sido los Hermanos. Ha pronunciado una sola palabra: Sunhorn.

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